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X E Y Sobre el odio en las ideas

X e Y Sobre el odio en las ideas

Publicado: 2013-08-09

Y: ¿Será tan malo el odio en el surgimiento de nuevas ideas?, ¿no se puede rescatar nada de ese sentimiento? No sé, quizás en algunos eventos políticos generados por éste se habrán desencadenado hechos buenos, por ejemplo, las revoluciones, estas no hubieran tenido éxito si es que un gran grupo de gente llena de odio no se unía en armas.

X: Es que las masas no entienden las razones, más bien, no tienen tiempo de hacerlo, la euforia les gana, la energía colectiva las convence.

Y: Pero acaso, si tu razón es buena y canaliza la indignación de muchos no hay que usar demasiada explicación.

X: He ahí un interesante punto y diré que es una cuestión conceptual. El odio e indignación casi significan lo mismo, todo depende de qué lado estés. Hitler estaba indignado con el hecho de que los judíos hubieran convertido a Alemania en un gran mercado, él no hubiera admitido un odio irracional ante ellos, más aún, hasta lo explicó en su libro.

Y: Eso es lo que no rescatamos del odio en las ideas, yo me refiero a lo bueno.

X: Si ganas, ese sentimiento será calificado de indignación, si pierdes será odio. Entonces tenemos que hablar de lo mismo. Cuántos adeptos del nacionalsocialismo tenían que estar indignados con el actuar de los judíos para que las ideas de Hitler tuvieran cabida.

Y: Muchos lo siguieron por miedo.

X: Eso fue después, me refiero a antes, cuando aún luchaba por obtener el poder, cuando no era mayoría. Ahí surge lo que le llevará al poder. Cuando uno basa sus ideas en un odio hacia alguien, primero las justifica e intenta darle un sustento racional, cita autores, hechos pasados, hasta explicaciones antropológicas, políticas y religiosas. Tiene bastante sentido lo que dice si intenta interpretar la realidad que él mismo expone, en su mundo explicado sus razones son muy sensatas.

Y: ¿Cómo telenovela mexicana?

X: ¿Cómo es eso?

Y: Es que en las telenovelas mexicanas siempre hay un bueno y un malo, de ahí no se mueven, ninguno cambia de rol. Recuerdo un programa donde las mujeres envían cartas contando sus cuitas y luego este las reproduce con actores; lo curioso es que quienes escriben se ven a sí mismas como víctimas y sus victimarios son seres malvados e irracionales. Uno termina odiando al antagónico porque la historia lo expone como alguien que es el mal en carne y hueso.

X: Así es, para quienes quieren sustentar su odio interpretan la realidad a su antojo, se preguntan y responden solos. No admiten puntos medios porque de ser así, sus explicaciones pierden sentido. Necesitan la emoción que desencadena la furia para convencer al resto y darles razón. Y continuando con Hitler, él decía algo así en el prefacio de Mi Lucha “Yo sé que los partidarios conquistados por medio de la palabra escrita son menos que los conquistados merced a la palabra hablada y que el triunfo de todos los grandes movimientos habidos en el mundo ha sido obra de grandes oradores y no de grandes escritores”. Entonces de alguna manera explica el motivo por el cual tiene aceptación su idea. El frenesí de la masa, la euforia del momento pues cuando uno va a un mitin no va a convencerse, uno ya está convencido.

Y: Aunque puede suceder lo del experimento de Asch, en el que un individuo es convencido por un grupo de gente a que diga lo contrario a lo que él cree para no ser dejado de lado de la mayoría.

X: Exacto, el odio necesita de gente que no quiera ser excluida de la indignación colectiva. El terrorismo de Sendero Luminoso o del MRTA también fue producto del odio hacia el Estado. Los terroristas comenzaron a convencer con una verdad por ellos explicadas, orientando su indignación hacia el odio justificado. En parte todos nos sentimos mal por algo, hasta impotentes ante los problemas que no los podemos solucionar porque no depende de nosotros, entonces andamos confundidos. Es ahí donde llegan estos reinterpretes de la realidad, donde con abundante sentido común antojadizo, explican lo que no podemos comprender.

Y: Eso tiene un riesgo, ya que las masas no son ciegas ni carecen de su propio sentido común. En algún momento se percatará que lo dicho por ese líder “interpretador” no es del todo cierto. Como si dijera, por ejemplo, que la causa de que no haya agua es porque un fulano no nos la quiere dar y se le mata y sigue faltando el agua, entonces esa razón queda en descrédito y por lo tanto la autoridad de dicho líder es cuestionada.

X: Así es, pero cuando sucede eso, las masas ya le han dado el poder y como todo poder absoluto corrompido, intentará justificar sus postulados a como dé lugar, buscando la razón a la sinrazón, ya no recurriendo al sentido común, sino al insulto y al repudio de quienes la cuestionan. “La verdad del Estado o de la organización es una sola y quien la cuestione es un traidor, un subversivo.”

Y: La locura es el siguiente paso.

X: Sí, porque quien sostiene su propias razones en criterios absurdos, termina en la locura. Los dictadores han terminado orates, seres casi irreales. El odio no lleva al descubrimiento de la verdad, sino al desvarío que es ocasionado por una mentira tan grande que termina por convencer a quien la ha repetido tantas veces para no contradecirse.

Y: Lo ideal es no indignarse mucho tiempo u odiar.

X: Es importante el odio o la indignación para reaccionar, para quebrar el vidrio en que nos aísla la impotencia, sin embargo nos debemos detener. El odio es un bulldozer que destruye una edificación opresora pero una vez que todo está abajo, ya no nos sirve, tenemos que dejarlo a un lado y usar lo necesario para construir aquello que no produzca más esa opresión.

Y: Pero quién sabe cuándo detenerse, siempre habrá alguno que dirá que no es suficiente, que no todo está destruido, que no nos bajemos del bulldozer aún.

X: Hay que bajarse, si lo haces eres un demócrata si no lo haces vas camino a ser un fascista.


Escrito por

Carlos E. Luján Andrade

Carlos E. Luján Andrade (1978) autor de El Comedio del Breñal (Mesa Redonda) y del poemario Soundtrack / Miles de Misiles, entre otros.


Publicado en

Diálogos de EquiseY

Diálogos sobre temas trascendentes por intrascendentes